HUMANIDADES
Cualquier profesión en la que se trabaja mano a mano con niños exige un plus vocacional, no todo el mundo vale para pasar una jornada laboral pendiente de un grupo de pequeños que reclaman toda su atención y a los que hay que enseñar sus primeros hábitos y habilidades. La de educación infantil es una profesión hecha para aquellas personas con capacidad para trabajar con niños en sus primeros años de vida, en los que la empatía, la paciencia y la creatividad son imprescindibles a la hora de decantarse por este tipo de formación, tanto o más que las competencias teóricas.
Aquellas personas que tengan claro que su futuro laboral está ligado a los niños pequeños, pero que no quieran alargar su formación a los cuatro años que dura el grado universitario cuentan con esta alternativa en la formación profesional, un ciclo de dos años de duración, en los que se forman como técnicos superiores en Educación Infantil. Eso sí, hay que tener en cuenta que su trabajo en guarderías o centros educativos siempre va a estar supervisado por un graduado en Educación Infantil. Su labor consistirá en diseñar, poner en práctica y evaluar un proyecto del primer ciclo educativo —que no forma parate de la etapa obligatoria— de los niños que acuden a las escuelas donde trabajan, es decir desde los primeros meses de vida hasta los 6 años.
Primeras enseñanzas
Una vez concluidos los estudios, los profesionales estarán capacitados para programar actividades de intervención educativa y de atención social a la infancia y a sus familias; y serán capaces de utilizar los recursos existentes en el centro donde trabajen para dar respuesta a las necesidades de los más pequeños. Una parte importante de su labor consiste en enseñar hábitos saludables y sociales, pues es en las guarderías donde los niños empiezan a interactuar, expresarse, hablar o caminar. Los educadores infantiles deben estar preparados para mantener contacto con las familias, que confiarán plenamente en su trabajo como cuidadores de sus hijos.
Hay un gran número de centros educativos públicos en Galicia donde se pueden cursar estos estudios —en la práctica totalidad se exige para entrar al menos un seis en bachillerato—, pero además existen opciones en centros privados de A Coruña, Lugo, Marín, Mondariz o Santiago.